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¿Y tú? ¿Estás en la queja… o en la acción?

Todos conocemos a alguien —puede que incluso seamos nosotros mismos— que lleva años repitiendo el mismo mantra:

“Odio mi trabajo, pero es que cambiar está muy complicado”.

Y claro, ahí siguen. Día tras día. Mes tras mes. Año tras año. Quejándose del jefe, de los compañeros, de la empresa, del horario, del sueldo, del aire acondicionado, del microondas de la sala de descanso… La queja se convierte en rutina. En un hábito. En parte del café de media mañana.

Y ojo, que nadie dice que no haya motivos. Muchas veces son reales, legítimos y hasta compartidos por más personas. Pero también es cierto que, si no se hace nada por cambiar lo que no funciona, lo que empieza siendo una incomodidad termina convirtiéndose en una trampa. Porque la queja por sí sola no cambia nada. Solo inmoviliza.

¿Y si empezamos por hacernos una pregunta simple?

¿Qué estás haciendo tú —sí, tú— todos los días para salir de esa situación que tanto te agobia?

Porque lamentamos decirlo, pero las oportunidades laborales no llegan por correo certificado. No se materializan por arte de magia mientras estás viendo series en bucle un domingo por la tarde. Y, por muy noble que sea el deseo de mejorar, el cambio solo llega si tú te mueves.

Eso sí, moverse no significa dar un portazo a lo loco. Tampoco se trata de asumir que hay que aguantar todo porque “en todas partes cuecen habas”.

A veces el cambio es interno: ajustar expectativas, aprender a poner límites, buscar el equilibrio.

Y otras veces, es externo: buscar nuevos horizontes, asumir que una etapa se ha terminado y comenzar otra con nuevos retos.

Las 10 señales (más claras que una sirena) de que tu ciclo en una empresa podría estar terminando

1. Los domingos se han vuelto tu peor día

Si el simple hecho de que se acerque el lunes te produce ansiedad, insomnio o mal humor, no es solo “pereza de fin de semana”. Es tu mente diciéndote que algo no está funcionando. Una cosa es que no te apasione madrugar; otra es vivir con angustia cada inicio de semana.

2. No recuerdas la última vez que aprendiste algo nuevo

Si llevas meses (o años) haciendo lo mismo sin reto ni motivación, puede que estés en una especie de hibernación profesional. La falta de crecimiento es uno de los síntomas más claros de estancamiento laboral.

3. Tus valores ya no encajan con los de la empresa

Antes creías en lo que hacías, o al menos te sentías alineado. Ahora, tus principios chocan con las decisiones, políticas o formas de trabajar de la organización. Y eso desgasta.

4. Tu trabajo es automático, sin emoción

Vas, haces lo que toca, fichas, te vas. Sin implicación. Sin conexión. Como un robot que repite tareas sin sentido. Si cada jornada se siente igual y vacía, es señal de que necesitas un cambio.

5. Te sientes invisible

Cuando hablas, nadie escucha. Cuando propones, no hay respuesta. Cuando te esfuerzas, no se valora. La falta de reconocimiento (más allá del salario) mina la motivación y el compromiso.

6. Te quejas más de lo que aportas

Y tú lo sabes. Cuando la conversación en la oficina o en casa siempre gira en torno a lo mal que estás, a lo que falla o a lo que no soportas… no estás en un entorno sano. Ni productivo.

7. Tu salud física y mental ha empeorado

El estrés crónico, los dolores de cabeza o espalda, el insomnio o la apatía emocional pueden ser señales de que tu cuerpo te está pidiendo salir de ahí cuanto antes.

8. Has perdido el sentido del propósito

Ya no sientes que tu trabajo tenga un impacto, una utilidad, un valor. Solo estás ahí por el sueldo. Y eso, a la larga, genera una desconexión total.

9. Lo has intentado todo (pero nada cambia)

Hablaste con tu jefe, pediste cambios, propusiste mejoras… Pero sigue todo igual o incluso peor. Cuando no hay voluntad de cambio en la organización, puede que debas buscarla tú en otra parte.

10. Te imaginas en otro lugar… todos los días

Y no como un capricho puntual, sino como un deseo constante. Fantaseas con irte, cambiar de sector, reinventarte. Eso ya es un aviso claro de tu inconformidad.

Aquí te dejamos 10 consejos realistas para cambiar de rumbo (sin perderte en el intento)

1. No esperes a estar al límite para actuar

No necesitas vivir una crisis o una explosión emocional para tomar decisiones. Si las señales están ahí, escúchalas antes de que el desgaste sea demasiado.

2. Haz un diagnóstico de tu situación actual

Escribe qué te molesta, qué te falta, qué has intentado, y qué es lo que realmente quieres. Hacerlo te ayudará a ordenar ideas y ver si el cambio debe ser interno o externo.

3. Define tu objetivo profesional

¿Quieres cambiar de empresa, de sector, emprender, formarte? Saber hacia dónde vas te da fuerza y dirección. No necesitas tenerlo todo claro hoy, pero sí empezar a construir una idea.

4. Actualiza tus herramientas: CV, carta, LinkedIn

Tu marca profesional es tu carta de presentación. Cuídala, actualízala y adáptala al tipo de oportunidades que estás buscando. Y sí: también es buen momento para revisar tus redes sociales.

5. Cuida tu red de contactos

Muchas ofertas no se publican. Llegan por recomendaciones. Habla, comunícate, participa en eventos, reactiva, relaciones laborales pasadas… el networking sigue siendo clave.

6. Invierte en ti: fórmate

¿Te falta una competencia técnica? ¿Un idioma? ¿Un curso específico? Desde el INAEM puedes acceder a formación gratuita y de calidad, alineada con las demandas actuales del mercado laboral.

7. Consulta los servicios del INAEM

Sí, sabemos que suena a autopromo, pero de verdad: tenemos equipos de personas de orientación laboral que te pueden ayudar a poner en marcha tu plan. No estás solo. Y no cuesta nada (literalmente).

8. Haz un plan de salida con plazos realistas

No tienes que irte mañana, pero tampoco puedes quedarte eternamente “esperando”. Ponte objetivos por semanas o meses: enviar X candidaturas, actualizar tu perfil, hacer entrevistas simuladas…

9. Trabaja tu mentalidad

El miedo al cambio es normal. Pero lo peor que puede pasar es quedarte donde no creces. Acepta que los cambios dan vértigo, pero también traen oportunidades y evolución.

10. Recuerda: tú también mereces estar bien

Tu bienestar importa. Tu salud importa. Tu motivación también. Y un trabajo no debería ser una condena, sino una vía para desarrollar tu potencial.

En el Instituto Aragonés de Empleo (INAEM) estamos contigo en cada paso del camino

Sabemos que cambiar de trabajo puede dar miedo, pero también sabemos que acompañado es más fácil. Por eso, desde el Instituto Aragonés de Empleo te ofrecemos:

  • 👉 Orientación laboral personalizada
  • 👉 Cursos gratuitos adaptados a tu sector
  • 👉 Ofertas de empleo actualizadas
  • 👉 Asesoramiento para el autoempleo y el emprendimiento
  • 👉 Recursos digitales y herramientas de búsqueda

🚀 ¿Te atreves a salir del bucle?

Quejarse es fácil. Cambiar requiere valentía. Pero recuerda: tu bienestar no es negociable.


Y si hay señales de que tu tiempo en una empresa ha llegado a su fin, no las ignores.
Con planificación, apoyo y decisión, ese cambio que sueñas puede ser el mejor movimiento de tu carrera.

Nosotros estamos aquí para ayudarte.

👉 Acércate a tu oficina del INAEM o entra en www.inaem.es y da el primer paso.

Recursos

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